raciones
para ir a confesar

¡Ay de mí! ¿Qué hice? Ofender a un Dios que me ha
creado, que me ha redimido con su sangre preciosa y diariamente me está colmando
de beneficios... ¡Cuánta ingratitud! ... Obrar contra la razón y la propia
conciencia; pecar con tanto conocimiento... ¡Cuánta malicia!... Por un vil gusto
o interés, perder la paz del corazón y hacerme reo del infierno... ¡Cuánta
locura!... Y ¿no habrá remedio para mí?... Sí; Dios es misericordioso con los
que se arrepienten. Y ¿no le pediré perdón?... ¿No propondré la enmienda?... ¿No
trataré de huir de las ocasiones o peligros próximos de pecar?... ¿No me
confesaré?... Si, lo haré ahora mismo con firme resolución y propósito de la
enmienda.
1.
ORACIÓN PARA ANTES DEL EXAMEN DE CONCIENCIA
Mirad, oh amado y buen Jesús, un pecador, postrado
lleno de confianza a vuestros pies. Mis pecados me llenan de temor y no
encuentro otro refugio que vuestro amantísimo Corazón. A la vista de ese divino
Corazón, la confianza vuelve otra vez a mi alma. Soy, en verdad, oh Señor, el
más ingrato de vuestros hijos, que tan mal ha correspondido a vuestro amor,
ofendiéndoos a Vos, que sois mi Padre bondadosísimo. Ya no soy digno de ser
llamado hijo vuestro. Pero mi pobre corazón no puede vivir sin Vos. Merezco un
juez severo; pero en vez de esto, encuentro un Dios, lleno de ternura y amor,
clavado en la cruz, por mi bien, y con los brazos abiertos, dispuesto a
recibirme, cual Padre amoroso.
Vuestras cinco llagas son como otras tantas
lenguas que me invitan al arrepentimiento y hablan a mi pobre corazón: vuélvete,
hijo mío, vuélvete a Mi, arrepiéntete y no dudes de mi amor y de mi perdón.
Acabad, oh dulce Maestro la obra que en vuestra infinita caridad habéis
comenzado. Concededme un poco de aquel conocimiento y de aquel dolor que Vos
teníais de mis pecados, cuando en el huerto de los Olivos sudasteis sangre a la
vista de ellos, y caísteis como muerto sobre vuestro sagrado rostro, para que yo
comprenda el peso y la malicia del pecado y conciba un verdadero dolor. Iluminad
mi entendimiento para que conozca claramente mis pecados. Fortaleced mi voluntad
para aborrecer mis pecados y arrepentirme de todos ellos.
Oh María, Madre de
los dolores, ayudadme en esta grande tribulación de mi alma.
Angel de mi
guarda, Patronos míos, rogad por mí, para que haga una buena confesión. Así sea.
2. ORACIÓN PARA DESPUÉS DEL EXAMEN DE CONCIENCIA
(acto de contrición)
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre
verdadero, Creador y Redentor mío: por ser Vos quien sois, y porque os amo sobre
todas las cosas, me pesa, Señor, de todo corazón de haberos ofendido, y propongo
firmemente nunca más pecar, apartarme de todas las ocasiones de ofenderos,
confesarme, cumplir la penitencia que me fuere impuesta; os ofrezco mi vida, mis
obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados, y así como os lo suplico,
así confío en vuestra divina bondad y misericordia infinita me los perdonaréis
por los méritos de vuestra preciosa Sangre, Pasión y Muerte, y me daréis gracia
para enmendarme y perseverar en vuestro santo servicio hasta el fin de mi vida.
Así sea.
¡Mi Jesús, azotado en la columna por mis deshonestidades! ¡Mi Señor,
coronado de espinas por mis malos pensamientos! ¡ Mi Dios agonizando de pena en
el huerto, por mis ingratitudes! ¡El Rey del cielo y tierra tenido por loco y
pospuesto a Barrabás por mi soberbia! ¡El autor de la vida puesto en una cruz
por mis malditas culpas! ¿Y yo no lloro? Pero no, que ya se enternece el corazón
al considerar que yo fui causa de tantos dolores; ya se angustia mi corazón; ya
clamo a las puertas de vuestra clemencia.
Dios mío, fuente de misericordia,
tened por bien, de limpiarme de mis pecados. Pequé, Dios mío por flaqueza,
contra Vos, Padre Eterno, Todopoderoso; por Ignorancia, contra vuestro Unigénito
Hijo, Sabiduría infinita; y por malicia contra el Espíritu Santo. Con estas
culpas os ofendí, Trinidad Soberana. Ayudadme, oh mi dulcísimo Jesús, con
vuestra gracia que todo lo puede. En Vos pongo toda mi confianza. Oh Jesús mío,
para Ti vivo, para Ti muero, oh Jesús mío, soy Tuyo en vida y muerte. Así sea.
3. ORACIÓN PARA DESPUÉS DE LA CONFESIÓN
Gracias, oh Padre
Celestial, gracias infinitas os doy, por el inmenso beneficio que acabáis de
concederme. Habéis purificado mi pobre alma con la Sangre preciosísima de
vuestro divino Hijo, mi buen Salvador.
Os ofrezco esta mi confesión y mi
penitencia en unión con todos los actos de penitencia que hicieron todos los
santos y en especial la de nuestro Señor Jesucristo, su santísima Madre y San
José, pidiendo a vuestra bondad paternal que os dignéis aceptarlos y hacerlos
meritorios para mi eterna salvación. Lo que haya podido faltar a la sinceridad
de mi preparación, a mi contrición y a la acusación de mis pecados, lo pongo
todo en el Corazón adorable de mi buen Jesús, tesoro infinito de todo bien y de
todas las gracias.
Os ofrezco, oh Padre Eterno el Corazón de vuestro divino
Hijo, con todo su infinito amor, todos sus sufrimientos y todos sus méritos para
digna satisfacción de mis pecados.
Madre dulcísima de Jesús, María, acordaos
que sois también mi madre, Mi pobre alma os fue encomendada por Jesús mismo. En
la cruz fue El quien me os dio por Madre. Obtenedme, pues, oh tierna Madre, la
gracia de sacar de este santo sacramento todos los frutos que Jesús quiere que
yo alcance. Alcanzadme, oh amabilísima Madre, por los dolores que sufristeis al
ser separado de Jesús, vuestro divino Hijo, un amor ardiente y fiel a Jesús.
¡Muestra que eres mi Madre!
Angel de mi guarda, mi dulce compañía; mis santos
patronos y todos los ángeles y santos de Dios, interceded por mí y alcanzadme la
gracia de cumplir fielmente con mis propósitos. Así sea.

Miguel Lopez